Son muy pocos los niños que tras acabar las clases en la escuela vuelven a casa directamente, ya que todavía les queda por delante otra serie de tareas como la asistencia a clases de idiomas, prácticas deportivas o lecciones de música, por ejemplo.
Y aunque muchas veces conlleve un esfuerzo extra por parte de los padres tanto económico como de organización, lo cierto es que este hábito tan extendido puede no ser tan positivo como creemos.
Y es que no conviene abusar de estas extenuantes jornadas maratonianas, puesto que un exceso de extraescolares puede tener graves consecuencias para la salud física y mental del niño, quien se encuentra atrapado dentro de una agenda escolar extremadamente sobrecargada.
Voces expertas, como la del psicólogo Ramón Soler en su publicación para la revista digital Cuerpomente, ya señalan que los niños pueden experimentar cansancio y falta de energía general debido a la realización de demasiadas actividades extraescolares que, además, no siempre han sido elegidas por ellos mismos.
Esto no significa que se deba prescindir por completo de ellas, sino que se haga con mesura y teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
Una de las principales consideraciones que se deben tener es que las extraescolares no sean exclusivamente una prolongación de las obligaciones formativas que ya tiene el estudiante, sino que, además de aprender algo nuevo, tienen que ser motivadoras y adaptadas a su edad y nivel físico e intelectual.
Por eso es fundamental que sean los propios niños los que las elijan según sus gustos y, si se observa que esa actividad les genera tensión, ansiedad o baja su autoestima, no hay que obligarles a ir.
Si no tienen claro qué les gusta, podemos animales a hacer una clase de prueba, pero sin ninguna imposición ni permanencia, pudiendo tomar la decisión de dejarla si ya no están interesados por alguna razón.
Dedicar demasiadas horas semanales a estas actividades extracurriculares puede ser contraproducente y restar horas necesarias de estudio o del tiempo requerido para hacer los deberes.
Por eso hay quienes abogan por limitar las extraescolares, como por ejemplo el gabinete de psicología de Psicosol, desde el que se aconseja dedicar un máximo diario según el nivel formativo del niño. Por ejemplo, 1 hora para Primaria, 1 hora y media en Secundaria y 2 para Bachillerato, independientemente del tipo de actividad, no sobrepasando los 3 días semanales.
De por sí todas las extraescolares tienen beneficios, una afirmación que viene respaldada por el hecho de que, al tratarse de clases colectivas, se refuerza el trabajo en equipo, con lo cual también los niños aprenden a relacionarse unos con otros y a compartir ideas, logrando una comunicación activa muy provechosa tanto para su presente como para su futuro.
Siempre que las actividades escogidas les permitan desarrollar otras habilidades y mejorar su formación, serán una fantástica opción, siendo la edad ideal para comenzar con extraescolares los 4-6 años.
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